Un hombre, un camino

Hubo una vez un hombre que caminaba sólo en medio de la gente. Nadie notaba su presencia porque todos seguían a otro hombre que gritaba y levantaba las manos hacia el frente. Mientras recorría el camino, viendo la indiferencia de todos, observaba el horizonte, el cielo y el suelo que pisaba. Unos y otros se cruzaban, sobrepasaban su sombra y seguían sin ver a aquel hombre que caminaba entre ellos, ignorado, invisible. Cuando llegaron al final del camino las tinieblas extendieron su manto frío sobre ellos. Todos comenzaron a empujarse, a gritarse, a reclamar un espacio donde por fin descansar, algunos se precipitaron sobre el guía que, para entonces, había enmudecido. Todos, menos el hombre que se había quedado sólo al borde mismo del final del camino. 
En su espacio, separado de los otros, extendió su manto, encendió una linterna y enfocó a aquel grupo de manos y bocas  crispadas, miro al cielo y sonrío. 

Leer

Leer es un aprendizaje largo. A veces nadie acaba por aprenderlo. No termina el  mismo con la comprensión lectora ni con la rapidez y la buena entonación. Leer requiere una gran capacidad de respeto por el que escribe. Tener una mente abierta para ser capaz de captar el mensaje del texto, entero, sin tapujos y, por supuesto, admitirlo sin recortes aunque no te guste. Leer no es pasar la tijera, cambiar palabras o borrar de un plumazo.
Leer es entender la libertad del otro y, más aún, la torpeza propia cuando no has entendido lo que lees.
Si no eres capaz de leer de esa forma, aprende.