¿De qué tienes miedo?

Uno de los libros que más gustan a los niños se titula "¿De qué tienes miedo?" y yo  te pregunto ¿de qué tienes miedo? ¿De hablar y opinar? ¿De mostrar tus quejas o tus alegrías en la calle? ¿De elegir un color u otro? ¿De mojarte? ¿De hablar con el jefe? ¿De equivocarte al elegir? ¿De sentir? ¿De perder tu casa? ¿De perder tu trabajo? ¿De no llegar a fin de mes? ¿De ponerte enfermo? ¿De suspender? ¿De decidir si estudias o trabajas? Bueno eso era antes. ¿De, de, de?
Haz como los más pequeños, si tienes miedo búscate un monstruo para se los coma (ese es otro cuento) pero mientras tanto, identifícalos.
Siempre hay alguien detrás de ellos y, amigo, sólo tenemos una vida y hay que vivirla sin miedo.
De pequeña era una fiesta sentarme en la calle al llegar el verano. Las puertas abiertas, las vecinas como manchas negras agrupadas en racimos: aquí tres, allí cinco, más allá seis. Los cestillos con sus almohadillas de costura, la chiquillería jugando y mi abuela insistiendo en que me pasará con ella al portal –vamos adentro, está más fresquito y ahí fuera lo que hablen a ti no te interesa. Me pasaba a regañadientes imitando el tonillo del habla de las mujeres mientras soñaba con ser mayor.

Ahora que tengo más años que ellas, las puertas están cerradas, las casas están vacías y las que se sientan en la calle llevan camisetas multicolor, reivindican y lo hacen lejos de sus batientes. Yo nunca soñé con unas aceras tan frías. 

Celebración de las madres

Celebramos a las madres que dan vida responsablemente, que cuidan y miman. Las que son todo sacrifico y desprendimiento, entrega y amor. Celebramos a esas luchadoras, lobas, esforzadas mujeres que se dejan la piel por sacar, hasta de lo más hondo, a sus hijos perdidos. Queremos parecernos a las que educan con esmero desde la equidad y la justicia, con ternura y con firmeza, aunque les duela. Las queremos, estén donde estén. Y, mientras escribo, un recuerdo me trae dos palabras, madre patria.
Alguien la ha matado o la tiene secuestrada porque sus hijos se sienten, más que nunca, abandonados.