Adviento con vientos

                                                   
       
Estos días todos nos preparamos para recibir en casa a familiares y amigos, sueños y regalos o buenos propósitos que nos hagan solidarios y tolerantes. Pero este adviento trae otros vientos que agitan las puertas, llegan invitados a sentarse en nuestro salón gritando proclamas, debatiéndose entre la mentira y las falsas verdades, pidiéndonos, mientras colgamos la última estrella, confianza, fidelidad, valentía y siempre participación. 
Tranquila desde mi rincón cierro los postigos, apago la televisión y guardo silencio. Yo sólo pido, al menos en adviento, que me dejen saborear la ilusión de desear un mundo mejor.
A los Reyes ya les escribiré la carta después del 20 D.


Sin palabras

No existe un lugar donde  esconderse, la maldad llega inexorablemente hasta el lugar más recóndito, si la acompaña el fanatismo, estamos perdidos. Pero eso ya lo sabemos todos. Lo que aún no hemos conseguido es dar con una solución. Tampoco esto es novedad. Pero por favor no nos dejemos llevar por el odio. Yo hoy no tengo palabras. No las encuentro.
                                                       

A los que no quieren ver

Vivimos un tiempo intermedio. No somos como antes ni queremos serlo, algunos. Esta es la realidad: existimos los que pensamos diferente. Estamos a tu lado y no pasa nada. Bueno, pasa que respetamos que pretendas enrocarte en tu criterio a costa del nuestro y eso a muchos nos hace gracia. Si no nos ves es tu problema pero escucha, todo fluye, todo es líquido y si eres una piedra, te irás al fondo. Vamos sonríe, que a la vida hay que quitarle dramatismo y si nos tomamos las cosas con buen humor todo es más fácil. Pero no te equivoques, somos serios y nos preparamos para seguir adelante a pesar de tu intransigencia. Vivimos tiempos de cambio y deseamos seguir adelante y no dar ni un paso atrás. El pasado está pasado.
Empatía, más humildad y mucho sentido del humor te deseamos los invisibles. Los que vivimos el presente.


Regresar

Y el mar llegó con el sol en un gran barco. El mar barrió las piedras al fondo de sus aguas. El sol derritió  todo resto de inmundicia. Y el barco me acunó hasta llevarme a la otra orilla. Así fue como  llegaron los días de asueto y de descanso: libres de ruidos, ausentes de noticias. Una entelequia, porque ninguno pudo evitar que una tormenta devolviera las piedras a la orilla y del exilio pasajero del verano,  te vomitara una ola, a la realidad de lo cotidiano. Yo he regresado con una estrella de mar prendida  de mi pecho para recordar  que siempre hay sol y mar, si te lo propones, en invierno. 

Definiciones


Soñar: tener esperanza e inventar mundos maravillosos que te ayuden a vivir la realidad con una sonrisa, eso si, siempre con un ojo abierto para no perderse en pesadillas.
Vivir: sentir el latido de la vida, sea cual sea, vivir el ahora y no perder ni un minuto del escaso tiempo del que disponemos en la realidad en la que respiramos.
Ser, estar en ti, en tus cosas, en tu vida, en tus sueños. Difícil, pero es lo que merece despertarse cada día.
Los gatos son, nosotros soñamos y vivimos, pocas veces somos.

Descanso

Descansar es una necesidad. Levantarte porque el sol roza tu piel y su luz te hace abrir los ojos. Sentir el calor del cuerpo de tu compañero a tu lado. Desayunar saboreando el pan y el aceite, el calor del café que recorre tu garganta. Leer tranquilamente mientras se oyen ruidos a lo lejos. Sentir que hay quién va y viene por la calle mientras estiras el brazo para tocar un rayo de sol. Ser, estar, sentir. Vivir libre unos días sin tener que, sólo respirar, sentir. Ser.

Cómo me gustaría


Me gustaría ser como ella, esa mujer que ante la ofensa se defiende con una sonrisa, que responde  serena ante la mentira. Tener esa templanza a pesar del discurso acalorado e hiriente de su contrincante. Envidio esa ambición de servicio y de compromiso. La capacidad de ocuparse de cosas maravillosas, sencillas y cotidianas, en beneficio de las que carecen de libertad y de recursos. Hacer para los demás. Pensar en los demás. Ponerse en su lugar.
Cómo me gustaría rozar la sabiduría, la generosidad y la humildad de ese tipo de personas. Mujeres, hombres que tienen muy claro el límite de la decencia y que, cuando se mueven, dejan una estela de justicia.

Pero hoy, me gustaría ser como ella.

Creer en lo que haces

Creer en lo que haces es un pasaporte para ir al lugar de los sueños. Es viajar con un proyecto cuyo fin siempre es satisfactorio porque llegas a donde deseas. Trabajar con libros, pretendiendo hacer de la lectura un lugar en el que habitar en la infancia y el resto de la vida, es un privilegio.
Abro el libro y entro en la nube, me transformo en bruja o en hada, soy una mariposa o un ogro. Cierro el libro y miro alrededor y veo los ojos que miran a su vez un camino mágico, el de la imaginación. No me importa ser la equilibrista que pisa la línea de los sueños. Creo en lo que hago y sé que no caeré y si lo hago, en el abismo me esperan las estrellas que alumbran las profundidades del saber.

Pájaros

Tronaba y granizaba. Las golondrinas asomaban el pico por sus nidos de barro. La tele, reflejada en la ventana, daba otra vez noticia sobre la vileza, el deshonor, la mentira, la mezquindad. Tronó de nuevo. Un gorrión miró a la golondrina desde el alero y guiñándole un ojo, señaló el cristal con el ala ¿Pájaros?

¿Qué ves por la ventana?

Hace doce años hacíamos dibujar a los niños un mapa interactivo: países ricos, pobres y
países ricos con pobreza. -Mira por la ventana de tu casa ¿Ves niños haciendo cola para pedir comida?- les preguntábamos. Los niños no entendían, hasta el final de la actividad, lo que queríamos demostrar porque no veían las colas. Si hoy miramos el mapa desde arriba, como dice un poema de Wislawa Szymborska, si miramos bien, vemos las casas vacías, las colas del paro, las colas de Cáritas, las colas a las puertas de los bancos... Hoy hay niños españoles que se reconocerían en el mapa como pobres. Qué vergüenza, aún pretenden que hagamos cola para votarlos mientras nos colocan  al lado de racimos y ovejas en sus mapas económicos. Por favor, miren por sus ventanas. 







Suerte

España, una falla que arde de arriba abajo y de dentro a fuera. España, desmantelada y puesta en venta por los que portan sus banderas. España, piel de toro apolillada, pisoteada en el centro del zaguán de la ambición y el egoísmo. Ahora parece que nos toca comprar las últimas papeletas de una rifa. Se rifan a España, ojalá acertemos y no les toque a los que sólo les interesa repartírsela.











Paisajes


Diez horas viajando con sol y lluvia, entre olivos o almendros, por llanuras y entre montañas. Un perro corría despistado y confundido, unos desaprensivos se hacían fotos coche a coche, cuatro ciclistas corrían hechos piña, todos por la misma vía, todos confundidos, todos expuestos, todos dentro de esa rendija de tiempo en la que nos sumergimos subidos en un coche. Si el perro se cruza, si un ciclista cae, si los chicos de la foto se mueven, ahora podría estar en otra dimensión. 
Pero el destino me ha traído de vuelta a la rutina. Nunca  faltan animales y desalmados poniéndonos en peligro cada día.
Diez horas viajando  y como  souvenir me quedo con el mar, ese inmenso mar poderoso, azul. Libre.



Una mentira gordísima

Es tan gorda la mentira que nos cuentan cada día, que siento que el  monstruo de “Una mentira gordísima” se ha salido del libro y multiplicado por mil se ha hecho presente  en nuestras vidas. En el cuento infantil la trola hecha monstruo pesado se ha pegado al niño y no se despega de él. Pues así estamos todos, vivimos rodeados de una mentira horripilante que sale por las bocas de esos seres que nos lanzan, a todas horas, mil patrañas  a través de los medios, detrás de las cámaras, sentados en sus estrados, en los bancos o viajando de pueblo en pueblo. Ya está bien, hasta los niños saben que no hay que mentir.  Pero hay tantos mentirosos que ya no sabe uno si mandar al  monstruo a paseo o salirse del cuento.

(Una mentira gordísima de Marjorie W. Shamat)

Alegría para enero

Siempre hay motivos para la tristeza. Ese lugar oscuro donde no cabe más que el desaliento y la angustia. Siempre hay razones para entristecernos, para caer a esos lugares grises y profundos. En ocasiones la tristeza se justifica así misma, tiene razón. Otras te atraviesa a traición y te hiere como una enfermedad infinita. Pero siempre está ahí, justo al borde del espacio que ocupa tu día, pegada a la alegría que, por cierto, goza de las mismas oportunidades que la otra, o más. Si estás entre las dos, ya sabes, puedes buscar puntos
para trazar tu línea.
Yo esbozo un garabato lleno de curvas.
Escojo para enero la ALEGRÍA.