Responsabilidades

Soy responsable de mis hechos, de todo lo que de mi depende. Responsable de mis entradas y salidas, de las plantas que alimento con el agua que utilizo, responsablemente. También de mis palabras, las lanzo o las tiro, las canto o las declamo, mías son. Mío es lo que con ellas digo. Y lo soy de mi trabajo, de mi esfuerzo, de los resultados, siempre en la medida que dependen de mi responsabilidad. Lo soy de mis afectos. De todo eso me hago responsable y hasta de lo que debiera y no recuerdo. Soy desde muy pequeña tan responsable que a veces me duele. Pero, no  me hago responsable, ya no, de las responsabilidades y compromisos que no son míos. No, que ellos se ocupen y, si no lo hacen, tampoco me hago responsable de los problemas que ocasionen. Aquí queda dicho, el favor acaba siendo obligación y por último, castigo.

El cuarto de arriba

Llegó el otoño y me pongo a limpiar el cuarto de arriba. Sacudo y paso un paño, blanco muy blanco, para que se impregne del rojo polvo que dejó el verano. Con las ventanas abiertas el cielo se funde con la estancia, la cama recibe al sol y el espejo saluda a una nube que juguetea con la chimenea de enfrente. Me siento mirando al infinito que pestañea en lo alto de la lámpara, respiro una mota de perfume que desprende la cortina que mueve la brisa. Me gusta ser de aquí, de mi casa y de mi vida, pasar las estaciones y respirar tranquila, aquí y ahora. Pienso y en voz alta me oigo decir ¿independencia? Vivo en la república independiente de mi casa, lo demás, ganas de liarla.